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Ubicado entre el lago de Ginebra y las laderas de las impactantes montañas del otro lado, en Suiza, se encuentra el Castillo de Chillon, un sitio que históricamente tuvo una gran importancia por el control marítimo ejercido en la región.
 
El castillo se ubica entre las localidades de Montreux y Veytaux, rodeado por el lago Leman. Llama la atención que posa al borde de una isla rocosa, exhibiendo majestuosas murallas y torres que servían de defensa ante los ataques repentinos de los vecinos cercanos.
 
Entre los siglos XII y XVI perteneció a los condes de Saboya. Posteriormente, la fortaleza fue tomada por los berneses y valdenses, siendo testigo de diferentes desgracias como la peste e incluso de las batallas libradas en su cercanías por ser la residencia oficial de Felix V, en “antipapa” de 1442.
 
La edificación está compuesta por 25 habitaciones y 3 patios, y todos fueron utilizados como prisión y almacenes durante distintos periodos de su historia.
 
En sí, el castillo ya impacta por su estilo arquitectónico incluso desde lejos. Una vez que se ingresa, la fascinación en cada uno de los viajeros toma protagonismo gracias a los increíblemente bien conservado que se encuentra todo, dando la sensación de que su vida es de apenas unos años.
 
El primer patio interior es un típico espacio medieval en donde los tejados inclinados y las ventanas en cada pared a la vista genera misticismo entre los presentes. Ingresando a las habitaciones se pueden observar colecciones de baúles, cuadros antiquísimos y diferentes muebles de madera que mantienen el aspecto original y conforman una verdadera obra de arte.
 
 


El castillo es visitado anualmente por casi medio millón de personas que acuden en busca de poder apreciar los murales que datan del siglo XIV, bóvedas subterráneas, dormitorios y salas que aún mantienen la decoración original durante tiempos de dominio bernés.
Galería
Para los más curiosos, también es posible observar las tétricas cadenas que cuelgan de las paredes en la parte de la prisión. Cabe destacar, además, que al funcionar actualmente como atractivo turístico, los encargados del sitio buscan generar espanto - en el buen sentido - en los presentes, proyectando imágenes que asustan por su repentina aparición y la reproducción de sonidos en los pasillos más estrechos.
 
Una - tétrica - curiosidad es la habitación de François Bonivard, un prisionero político suizo que estuvo cinco años consecutivos encadenado a una columna sólida, por lo que sus paseos se limitaban alrededor de dicha columna y que, al día de hoy, pueden observarse los surcos dejados por sus pasos.
 
Por su historia, por su arquitectura y por su ubicación, el Castillo de Chillon se presenta como una gran alternativa a cualquier persona que desee adentrarse en los sucesos medievales de la región.
 
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