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En la orilla meridional del Golfo de Finlandia, a 29 kilómetros de San Petersburgo, en Rusia, se encuentra el Palacio de Peterhof, un conjunto de palacios en sí mismos junto a espléndidos jardines que hasta 1917 funcionaron como residencia de los zares y la nobleza capitalina.

Peterhof es una pequeña ciudad que adquirió fama por la presencia del palacio que, a partir de 1918 - luego de la revolución - se transformó en museo, aunque no con tanta suerte ya que durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupado y destruido.

Luego de la guerra comenzó su restauración que, por más sorprendente que parezca, aún continúa al día de hoy.

El complejo está conformado por diferentes palacios, aunque en el centro se encuentra el más relevante: el Palacio Grande que se caracteriza por su estilo barroco. Así y todo, a su alrededor pueden visitarse otros palacios más pequeños y ostentosas construcciones, esculturas y adornos que dotan de una gran belleza a todo el lugar.

Museos, pequeñas iglesias, el Palacio de los Granjeros, el de Marly, el Cottage, Church Wing o el Playing Cards son algunos de los edificios que llaman la atención a los más de 5 millones de turistas que visitan la zona anualmente.



Se lo conoce como el “Versalles ruso”, y su gran importancia histórica y belleza arquitectónica lo llevaron a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
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Asimismo, los jardines y fuentes son un espectáculo aparte del clásico estilo europeo y la majestuosidad de las construcciones del Imperio Ruso.

En el parque superior, que se sitúa en la entrada del parque, se pueden ver algunas fuentes muy fotogénicas que ya dan un pantallazo de lo que se puede encontrar al avanzar en el complejo.

En tanto, el parque inferior resulta mucho más espectacular por permitir el acceso al recinto en sí donde se encuentran los palacios. Es aquí donde puede verse el complejo de fuentes más grande del mundo, con una extensión de más de 100 hectáreas y tomando el agua de manantiales naturales.

Todo lo anterior, entremezclado con bellas cascadas artificiales, 64 fuentes de diferentes tamaños y más de 200 estatuas de bronce y dorado.

El complejo es tan grande, que hasta existe un recorrido en tren turístico por el parque de Alejandría. Además, aprovechando el gran potencial histórico del lugar, los museos permiten ser recorridos con audioguías en idioma ruso, inglés, alemán, francés y español.

Cabe recordar que Pedro el Grande fue quien encargó la construcción del complejo luego de dominar el delta del Neva, quien tuvo la intención de crear una residencia de verano junto a la costa. De esta manera, el palacio de Peterhof es producto de las manos de los más distinguidos arquitectos, artistas e ingenieros de la época.

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