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En Versalles, cerca de París, se ubica el Palacio homónimo, una impactante e inmensa estructura que, en su tiempo, funcionó por más de 100 años como la residencia del rey, siendo uno de los lugares más importantes de Europa y que en la actualidad ofrece una visita imperdible para apreciar y conocer el tipo de vida que llevaban algunos monarcas de aquel país.

En sus inicios, en 1623, el palacio era extraño a lo que se ve en la actualidad. Antes, el terreno era utilizado como coto de caza por Enrique IV, en lo que era una zona de bosques pantanosos. Luis XIII, su hijo, cazaba con él, por lo que se construyó allí el primer castillo con el objetivo de recibir eventualmente al rey.

El palacio se amplió en 1631 con jardines a la francesa y diversas instalaciones que completan la estancia real. Desafortunadamente, al comienzo del reinado de Luis XIV, Ana de Austria siguió el consejo del cardenal Jules Mazarin y abandonó Versalles, que estuvo completamente deshabitado hasta que la reconstrucción del mismo fue encargada por el joven rey en 1660.

Durante los reinados de Luis XIV, XV y XVI, el Palacio de Versalles fue una residencia real que se mantuvo constantemente en obras, por lo que los jardines se fueron ampliando y perfeccionando a medida que se continuaban también la ampliación interior, ya sea en aspectos de decoración o para finalizar proyectos como la Ópera Real o la Capilla Real.

Luego del reinado de Luis XVI, el palacio no volvió a ser residencia real, pero sí base de diferentes dirigentes que se sucedieron en el poder. Por eso se convirtió en sede de encuentro diplomático, llegándose a firmar aquí en 1919 el famoso Tratado de Versalles.



Con una imponente arquitectura y más de 800 hectáreas de jardines, el Palacio de Versalles combina su profunda historia con la cultura moderna en uno de los destinos más bonitos y sin duda imperdibles de Francia.
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Hoy, el Palacio es una enorme residencia en donde se reciben a jefes de Estado de otros países, y cuenta con diversas secciones abiertas a todo el público que constituyen un atractivo turístico en sí por su gran belleza y perfección. Tanto, que en 2018 Versalles rompió el récord de atraer a 8 millones de turistas.

Para dimensionar el tamaño de los terrenos, se pueden alquilar bicicletas o transporte con guía para recorrerlo: los bosq ues de los alrededores, los impecables e implacables jardines y hasta gran parte de las recámaras internas, incluso la recámara en donde pasó muchos años el Rey Sol, como se lo llamaba también a Luis XIV.

En los jardines del palacio destacan los bosquecillos de estilo romántico, reflejado en el sector de los Baños de Apolo. En tanto, en el corriente siglo se inauguraron dos juegos de agua que funcionan en consonancia con la música y otro bosquecillo de gran elegancia creado para reemplazar a uno desaparecido durante el siglo XVII.

Si bien originalmente el palacio contó con 8.000 hectáreas, en la actualidad posee unas inmensas 800, 20 kilómetros de hermosos caminos, 200.000 árboles, 35 kilómetros de canalizaciones, 11 hectáreas de techumbre, 2.153 ventanas y 67 escaleras.

Es, sin duda, un sitio idílico para quedarse boquiabierto con semejante belleza arquitectónica y natural y conocer, al mismo tiempo, de la manera más fiel el estilo de vida que llevaban los reyes y sus historias.

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