Luego de la Torre Eiffel, es uno de los símbolos representativos más importantes de Francia. Además, es un arco único – incluso si se lo compara con la Puerta de Alcalá – por su diseño y dimensiones.
Ubicado en la plaza Charles de Gaulle, en el distrito VIII de París, capital de Francia, el Arco del Triunfo se alza como uno de los mayores emblemas de la ciudad parisina.
En sí, se trata de una colosal obra de 50 metros de altura, 45 de ancho y una profundidad de 22 que es gestionado por el Centro de Monumentos Nacionales. Visitarlo implica absorber una nueva visión histórica y cultural de Francia, un país cuya sociedad se destaca por conservar a la perfección los vestigios de su pasado.
Si bien la estructura fue construida entre 1806 y 1836 bajo órdenes de Napoleón Bonaparte, la idea ya sonaba en la cabeza del líder francés desde hace un tiempo, haciendo público el proyecto tras la victoria en la batalla de Austerlitz.
De hecho, se comenta que antes de marchar a ese compromiso militar Bonaparte le exclamó a sus soldados que “volverían a casa bajo arcos triunfales”. Por eso, cuando vio que la victoria era inminente, ordenó comenzar con la construcción de lo que hoy es un importantísimo atractivo turístico.