Es una de las visitas imperdibles de las islas del archipiélago de la Laguna Veneciana. Conocida por su arquitectura multicolor, la producción de encaje de hilo y la gran cantidad de turistas que se acercan a ella en busca de conocer un lugar que destella encanto.
A siete kilómetros al norte de Venecia, Italia, se encuentra la isla de Burano, un destino que alberga a más de 4.000 habitantes y que se distingue a lo lejos por poseer un campanario inclinado.
Turísticamente, Burano cobra reconocimiento – además de su cultura – por su gran cantidad de casitas de colores, algo que incluso está dentro de la obligatoriedad de los vecinos que deben pintarlas regularmente para no perder la esencia. En tanto, la leyenda cuenta que los marineros las pintaban así para poder llegar a ellas los días en los que había mucha niebla.
La importancia de este aspecto es tal, que el gobierno local determina de qué color puede pintar su casa cada habitante.
No obstante, hay una casa, llamada “Casa de Bepi” que resalta entre todas las demás por su fachada super original repleta de dibujos y formas geométricas. Y se trata de un vecino que decidía sorprender en cada temporada a los turistas con diferentes formas. Luego de su muerte, el gobierno restauró su casa con motivo de realizarle un homenaje.
Se trata de una isla muy pequeña en donde una o dos horas son suficientes para recorrerla, pero que no escatima con su enorme potencial para hacerla un sitio super atractivo, más aún estando tan cerca de Venecia y Torcello, desde donde se llega en apenas 5 minutos mediante un vaporetto, un “colectivo acuático”.