Se trata de un lugar mágico que incluso fue elegido por prestigiosas revistas como National Geographic o Conde Nast Traveller por sus aguas particulares y llamativas aguas.
Al suroeste de Islandia, a solo 20 minutos del aeropuerto internacional de Keflavík y a 40 de Reykjavik, se ubica la Laguna Azul, un balneario natural que se presente como una opción extraordinaria que funciona no solo como un punto de destino en sí, sino que también se trata de una escala obligada para viajes regionales debido a sus cualidades.
La belleza de este cuerpo de agua es tal, que quedó en el Top 25 de las maravillas naturales del mundo por la revista National Geographic, y adquirió el título de “El mejor balneario curativo” del mundo por la editorial especializada Conde Nast Traveller.
Por su ubicación, también se trata de un punto muy visitado al inicio o al final de las rutas realizadas por los turistas, siendo uno de los favoritos de los viajeros. Para entender por qué su singularidad es tal, se debe entender su historia.
Era finales de la década de 1970, cuando el área de Svartsengi, como se la llama, comenzó a ser explotada para la generación de energía eléctrica haciendo uso del vapor de agua.
Sin embargo, las aguas con más componente de silicio eran desechadas por la fábrica principal, vertiéndose en una excavación artificial que muy pronto, y sin quererlo, se convirtió en una laguna con propiedades curativas.