Con su fachada blanca y bella arquitectura neobizantina, la basílica no pasa desapercibida a la vista y contribuye al encanto de Montmartre. Es una monumental obra situada sobre canteras de yeso.
La basílica de Sacré-Coeur (Sagrado Corazón, en español) es un templo expiatorio de adoración eucarística que se sitúa en la cima de una colina de 130 metros de altura, en el artístico barrio de Montmartre, como si de un guardián se tratara.
Su blanco inmaculado contrasta con los edificios del entorno que, con 83 metros de longitud, 35 metros de ancho y una torre también de 83 metros de altura resalta visualmente de manera espléndida, sobre todo si se tiene en cuenta que para la edificación del exterior se empleó travertino, una roca sedimentaria que rezuma calcita de manera constante, lo que asegura la blancura de las paredes a pesar de la erosión y polución.
La obra fue diseñada por Paul Abadie, quien comenzó su construcción en 1875 y finalizó en 1914, aunque ya fue consagrada como basílica luego de cinco años comenzada su construcción.
