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Situado en el límite sudeste de la ciudad autónoma de Buenos Aires, se encuentra el barrio de La Boca, un histórico que adquiere su nombre por encontrarse en la desembocadura del Riachuelo del Río de la Plata. Entre otras cosas, es famosamente conocido por albergar La Bombonera, el estadio del club Boca Juniors.

Su historia se remonta a 1536 con la llegada de don Pedro de Mendoza, quien estableció un fuerte en la zona que por ese entonces era pantanosa y se encontraba poblada de sauces y pajonales.

El asentamiento fue abandonado a los pocos años. En 1580, Juan de Garay fundó la ciudad y en el actual barrio se instaló el puerto.

Durante el transcurso del siglo XIX, el movimiento de los barcos comenzó a aumentar, lo que naturalmente impulsó el desarrollo del puerto que rápidamente fue copado por el poblado de ranchos y pulperías.

Una gran cantidad de inmigrantes comenzaron a establecerse en la zona por las oportunidades que ello implicaba. Las casas estaban construidas de madera y chapa, sobre pilotes para hacer frente a la crecida del Riachuelo y se pedían los sobrantes de pinturas a los astilleros para decorar las casas.

Luego llegaron los pintores, bohemios, músicos, cantantes y escultores, tornando el barrio en un pintoresco y particular lugar hogar dotado de un alma artística y cultural. De aquí que en el día de hoy sea muy colorido y sumamente alegre y dinámico.



Es una de las peatonales más significativas de la ciudad de Buenos Aires y decir “Caminito” es sinónimo de Tango. Adquiere su nombre en homenaje a una canción de tango que lleva el mismo nombre y pertenece a Juan de Dios Filberto.
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En este sentido, Caminito no solo es uno de los paseos más emblemáticos de La Boca, sino de toda Argentina, ofreciendo imperdibles atractivos para quienes lo visitan.

Con sus conventillos típicos de chapa, paredes pintadas por doquier e intenso movimiento, resulta un museo a cielo abierto de casi una cuadra y media de longitud que avanza en un trazado sinuoso como resultado de un arroyo que allí fluyó hasta principios del siglo XX. Era conocida como “Puntin”, que era el diminutivo de “puente” en genovés.

También en sus inicios la zona formó parte del recorrido del ferrocarril a Ensenada, hasta que en 1928 fue clausurado y la vía quedó completamente olvidada convertida en callejón.

Pero gracias a la iniciativa de los vecinos y del gran pintor Benito Quinquela Martin, a partir de la segunda mitad del siglo el terreno recuperó su espíritu y se convirtió en un hermoso paseo peatonal; una calle a modo de museo al aire libre que con el correr del tiempo fue sumando obras de diferentes artistas.

Gracias a la iniciativa de Quinquela y sus vecinos, el lugar transmite una gran alegría y positividad a través de una amplia gama de colores en sus conventillos, estatuas y mosaicos además, claro, de la actitud de quienes allí viven y reciben a diario a cientos de turistas de todo el mundo.

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