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A 320 kilómetros de la ciudad de San Francisco, en el estado de California, Estados Unidos, se ubica el Parque Nacional Yosemite, uno de los más visitados del mundo por sus impactantes montañas, extensos bosques y la gran cantidad de actividades que un escenario de ese tipo propone para disfrutar y divertirse.

Yosemite es la joya de la corona de los parques nacionales de Estados Unidos, sorprendiendo a todos los visitantes desde 1864, momento en que abrió sus puertas y reveló al público sus tesoros naturales.

El conjunto natural es tal, que fue detalladamente documentado por importantes conservacionistas como John Muir y Ansel Adams, un reconocido fotógrafo a nivel mundial por sus acciones que contribuyen a preservar diferentes ambientes a partir de sus impactantes imágenes.

El parque en sí se sitúa en el centro de las montañas de Sierra Nevada y fue excavado por antiguas fuerzas geológicas que, con el paso del tiempo, dieron un gran esplendor a la biodiversidad que el parque ostenta; tanto, que Yosemite fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984 por la UNESCO.



Es una de las visitas más populares de cualquier viaje a la costa oeste de Estados Unidos, en donde se pueden apreciar frondosos e infinitos bosques, pudiendo conocer las secuoyas gigantes, además de realizar numerosas y variadas actividades.
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Entre tantas cosas para ver, la imponente vista desde el glaciar Point se roba todos los premios. Desde su cima, se pueden contemplar los principales puntos del parque como Half Dome, Clouds Rest, Liberty Cap, las cascadas Vernal y Nevada y High Sierra. En definitiva, se trata del mejor lugar para tomar fotografías del parque.

Además, allí también los guardabosques ofrecen charlas acerca de preservación y de las diferentes especies de plantas y animales que viven en el entorno, como así también hay algunas tiendas gastronómicas y de souvenirs.

Entre todas las majestuosidades, las cascadas Yosemite Falls, Sentinel Fall y Ribbon Fall se encuentran entre las tres más altas del mundo, por lo que son un enorme espectáculo natural que pueden visitarse desde sus alturas o en la rugiente base.

Muir supo denominar al parque como “un valle incomparable”, y es fácil de entender gracias a sus profundos acantilados esculpidos por glaciares, frondosos bosques y cursos de agua que, además, permiten ver osos negros, ciervos, ardillas y mucho más.

Como si fuera poco, los inmensos árboles también presentan oportunidades para realizar tirolesa o caminatas por espectaculares senderos rodeados de sonidos naturales en gran tranquilidad.

Algo a destacar también es Tioga Road, una ruta que atraviesa todo el parque nacional por lo alto de las montañas, alcanzando 4.000 metros de altura en sus puntos más álgidos y, claro, regalando maravillosas vistas de sus alrededores.

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