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En el estado de Baden-Wurtemberg, en Alemania, se encuentra la ciudad de Friburgo, la cuarta ciudad más poblada del estado y la que es considerada la puerta de entrada de la Selva Negra. Además, es la principal ciudad universitaria al sudoeste de Alemania, por lo que conglomera actividades destinadas a todo tipo de público.

Presenta un clima soleado, en donde los viñedos y la naturaleza destacan por su belleza. Los paisajes son inmejorables y se encuentra cerca de Francia y Suiza, por lo que es posible escuchar acentos extranjeros que complementan aún más los atractivos de la ciudad.

A pesar de su ubicación geográfica, cerca de otros dos países y dentro de Alemania, los ciudadanos exhiben un patriotismo local muy marcado, por lo que no es de extrañar escuchar el himno de Baden mucho más seguido que el nacional alemán.

Lo anterior se explica, tal vez, por la herencia propia de Friburgo. Un ejemplo de esto es la Minster, la catedral de la ciudad y desde donde se obtienen fascinantes vistas de sus alrededores en donde además se puede descubrir su impactante pasado, ya que se trata de una de las iglesias más antiguas de Europa.



Friburgo es toda una sensación en sí. Ofrece una combinación única entre naturaleza, urbanismo, modernidad y cultura, pudiendo visitar su casco histórico y admirar sus tradiciones, visitar la “ciudad verde” o disfrutar del ajetreado movimiento del Mercado de la Catedral.
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En la plaza que rodea a la catedral, cada mañana se arma el mercado central, donde pueden encontrarse todo tipo de productos agrícolas y comestibles de mano local; además, claro, de la “Lange Rote”, la legendaria salchicha de Friburgo. Los colores y el buen ánimo de sus pasillos nunca faltan, consistiendo un atractivo destino en donde no solo se conoce la ciudad, sino que se la vive.

Por otra parte, los pequeños canales para aguas de tormentas que van paralelos a las calles de la ciudad forman parte del folklore de Friburgo. Generalmente, siempre se encuentran con agua debido a que también trasladan el líquido desde el río Dreisam, siendo una especie de imán para los pies y manos de pequeños y grandes.

Su importancia es tal para la vida social, que anualmente se realiza una “carrera de barquitos” de madera en donde participa una gran parte de la población. Además, se dice que si alguien pisa uno accidentalmente, terminará casándose con alguien de Friburgo.

Visitar el lago artificial en el Seepark y aprovechar sus jardines, o conocer el Jardín Botánico de la ciudad son otras actividades dignas de realizar. Y cerca del casco histórico se puede acceder a una excursión al Schlossberg, una colina desde donde se pueden obtener majestuosas vistas de la Selva Negra.

Párrafo aparte para el tratamiento de la ecología que hace Friburgo, ya que la interacción entre factores políticos, económicos, sociales y geográficos hacen a esta ciudad la más ecológica de Alemania, siendo común el uso de energías renovables, el reciclado y la fisonomía digna de una verdadera “ciudad verde”.

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