En Atenas, Grecia, se encuentra el Partenón, un inconfundible templo cuya foto es sinónimo de misticidad y que resulta a la vez uno de los más famosos del mundo. Consagrado a la protectora de Atenas, Atenea Parthenos, es también el más grandioso monumento creado durante la época de Pericles.

Originalmente, el Partenón fue construido sobre el Hecatompedón, un templo del siglo VI a.C. que fue arrasado y destruido por los persas. Ante esto, el Olímpico (como llamaban a Pericles) encargó al prestigioso arquitecto Fidias la nueva construcción. Se dice que la obra costó el equivalente a una flota de 700 barcos de la época.

En sus inicios, en el interior había una colosal estatua de la diosa cubierta de marfil y una tonelada de oro, acompañados de numerosas esculturas a lo largo de todo el perímetro. Muchos de ellos aún pueden verse en el Museo de la Acrópolis.

Por casi mil años, el Partenón fue el centro de la vida social y de culto de Atenas. En el siglo VI se convirtió en iglesia cristiana y, en el siglo XV, los otomanos lo utilizaron como mezquita. Se mantuvo intacto hasta septiembre de 1687, cuando un disparo de cañón veneciano hizo explotar un polvorín que se encontraba en su interior, provocando el derrumbe parcial de la estructura.