Una ciudad tan importante que goza de un privilegio especial: haberle dado nombre a un país entero.
En el centro-sur del país africano de Marruecos se encuentra Marrakech, una ciudad que propone una verdadera experiencia sensorial para cualquiera que la visite. De hecho, está catalogada como uno de los centros culturales más importantes de la región y capital turística del país.
Al igual que las ciudades de Fez, Rabat y Meknes, es una ciudad majzen, es decir, que fue formada y construida a lo largo de distintas dinastías que la han ido enriqueciendo con el paso de los siglos.
Al llegar, algo llama la atención: la predominancia de las casas y edificios de color rojo. Según cuenta la leyenda, cuando se construyó la mezquita de Koutobia, en el centro de la ciudad, la estructura comenzó a sangrar de tal manera que se tiñó de rojo, dando origen incluso a la bandera del país.
Por otro lado, Marrakech se ofrece como un oasis para las emociones, gracias a que su núcleo urbano acoge a un antiguo barrio poblado por encantadores de serpientes, malabaristas, narradores de cuentos, magos, acróbatas y toda una serie de divertidos, inofensivos y curiosos personajes que entretienen a los transeúntes.
Lo anterior se ve reflejado en diversos títulos internacionales que ha obtenido, desde ser descrita como “una ciudad de la película de La Momia”, por turistas, hasta que la plaza principal, llamada Jemaa el-Fna, fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
