Cusco, declarada en la constitución nacional de Perú como “Capital Histórica”, es una ciudad que antiguamente también fue capital del Imperio inca y que, en la actualidad, es conocida mundialmente no solo por descansar sobre los picos de la cordillera de Los Andes, sino también por la combinación de cultura que exhibe.
Es un santuario de colores, sabores y vistas panorámicas majestuosas que guardan una magnífica historia. Tan importante, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1972 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, llamada también por su gran cantidad de monumentos como “la Roma de América”.
Históricamente, Cusco es, junto a Damasco, Biblos o Atenas, una de las pocas ciudades del mundo que se han encontrado totalmente habitadas de forma continua. Si bien el Imperio inca se instauró alrededor del siglo XIII, la actividad agrícola y artística se remonta a milenios; mucho antes que incluso Machu Picchu se edificara.
Cuando el explorador español Francisco Pizarro llegó a la ciudad, estaba gobernada por Pachacútec, era la capital inca y contaba con unos 200 mil habitantes, siendo sede de actividades administrativas, comerciales y religiosas.
Un año después, se fundó con el nombre de Cusco que, deteriorada políticamente por el establecimiento de Lima como capital, floreció naturalmente como un atractivo que hasta la actualidad se caracteriza por tener callecitas empedradas, casas con balcones de madera y colores por todos lados; desde su bandera hasta los trajes que portan las llamas.