El edificio ha tenido un rol protagónico durante la pandemia de COVID-19, ya que ha funcionado como una “sirena”, encendiendo simbólicamente sus luces todas las noches para honrar al personal de salud.
Entre la Quinta Avenida y West 34th Street, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, se encuentra el Empire State Building, uno de los rascacielos más altos e inmensos de la ciudad y el que supo ser el más alto del mundo durante cuatro décadas.
En rigor, tiene 443 metros de altura y es el tercero más alto de Nueva York, solo por detrás del One World Trade Center y el Central Park Tower.
El mismo fue designado como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno debido a su simbolismo, y como monumento por la Comisión para la Preservación de Monumentos Históricos de Nueva York, adquiriendo el título oficial en 1986.
Llamativamente, el edificio es “joven”, ya que fue inaugurado el 1 de mayo de 1931. Sin embargo, supo ganarse el corazón de los neoyorquinos por su imponente estructura y diseño. Inicialmente, su propósito fue el de albergar oficinas corporativas, pero los síntomas de la Gran Depresión hicieron que permaneciera semivacío hasta luego de la Segunda Guerra Mundial, en donde no solo se explotó su costado comercial, sino también turístico.
En este sentido, el mirador “estrella” se sitúa en el piso 86, tras el cual se accede luego de tomar un ascensor que llega al piso 80 en solo un minuto. Luego se toma otro que finaliza en el 86, donde se adquieren majestuosas vistas de Manhattan, en especial de los emblemáticos edificios de la Midtown como el Chrysler, Metlife, Madison Square Park y Times Square, entre otros.