Declarado Parque Nacional, exhibe un increíble contraste entre la imponente Cordillera de los Andes y la zona chilena que da al Pacífico, siendo uno de los sitios de mayor interés turísticos del mundo.
A 154 kilómetros de Puerto Natales, Chile, el paraíso de 227.298 hectáreas que representa el macizo de montañas y bosques vírgenes de Torres de Paine, regocija el espíritu al encontrar lagos de color turquesa y un cielo color índigo.
Se trata de un sitio que empequeñece a cualquiera con los muros de altas montañas de picos de granito. Fácilmente, podría ser considerada la octava maravilla del mundo.
Durante el verano, las horas de luz llegan a las 17, haciendo el día ideal para practicar trekking y mountain bike, dos de las actividades preferidas por turistas y locales.
La fauna silvestre es un espectáculo aparte. Los grandiosos cóndores sobrevuelan en las alturas, mientras que en el terreno se pueden observar zorros, huemules y guanacos, solo por nombrar a los más icónicos. Y, por supuesto, el puma.
Además, por su particular clima, hay quienes dicen que es posible experimentar las cuatro estaciones del año en un solo día. Y su ubicación es tan extrema que hasta conduce a experiencias fantásticas, como “toparse” con un iceberg y ríos que bajan entre monumentales paredes de montañas.
Fue declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1978 y, desde entonces, la Torre Sur, Norte y Central, con picos de entre 2.600 y 3.000 metros de altura, atraen a turistas de todo el mundo ansiosos de conocer sus también cuatro tipos de vegetación: bosque magallánico, estepa patagónica, desierto andino y matorral preandino.